A Santiago Castelo

Al aire de tu vuelo
Antonio Barrantes Lozano

Oh, mar de Extremadura, mar alado
Mar en eterno barbechal de duda,
Oh, mar en soledades desolado

El silbo del viento hace inclinar, a modo de reverencia ancestral la copa de los pinos, donde anidan los trinos de los pájaros.DOCU_HOY No podemos imaginar a un mundo sin pájaros, sin viento. ¿A dónde se irían sus trinos? ¿ y la música del silbo? ¿y el trasminar de las rosas? Dónde irán, y la voz de los poetas, en tránsito en los libros que nos quedan, dónde irán. Porque no podemos imaginar un mundo si pájaros, sin silbos , ni olores, ni colores, como no podemos imaginar un mundo sin poetas, porque dicen que los poetas se mueren, que nos dejan, como también muere el ruiseñor, se acalla el viento, o se aja la flor, pero perdura el eco de su canto, de su rumor, de su olor. La palabra del poeta nadie la puede callar, transciende, va más allá de los libros que la sustenta. Se va el hombre, pero queda su voz.
Por todo, José Miguel Santiago Castelo, el poeta, no se ha ido. Hace ya seis meses que descansa donde él había dispuesto. Era su voluntad, la vuelta a sus orígenes. En Granja, “en ese rincón de la geografía extremeña reposan in eternum los huesos de muchos de sus mayores, y aquí también tiene el poeta su única posesión mundana en suelo granjeño, una sepultura en el camposanto de su pueblo… Este es su último deseo. (A. García Galán)
Tu obra queda entre nosotros, como queda el recuerdo de tu bonhomía de extremeño universal. Un poeta cercano, nos decías: “ sé que cuando das un mensaje claro, la poesía emociona y engancha. La poesía debe ser comunicación, transmisión de sentimiento; si no es así, no tiene razón de ser” es por lo que esquivas a los vanguardismos que nos han metido en oscuridades, alambicamientos que hace que a la postre, solo nos leamos unos a otros. (A Carmen de la Serna. Revista Época)
De vocación temprana:
empecé a escribir poesía por instinto de supervivencia, a los 16 años llegué a Madrid y perdí mi tierra, mi infancia de pueblo. Mis versos satíricos se convirtieron en poemas de melancolía, de nostalgia. Y esa vocación de lo perdido derivó en poesía de exaltación de mi tierra y hubo que defender la identidad de nuestra Comunidad y recrear la conciencia literaria regional.” ( Idem)
No por ello hay que confundir su voz, que aunque salpicada de un rico vocabulario rural, no hace de él un poeta localista, dialectal, a modo de Luis Chamizo; su castellano es fluido. elegante y preciso, de pensamiento profundo, validando a Castelo de poeta mayor , que maneja puntual todas las formas métricas literarias de nuestro bagaje literario, siendo excelsos sus sneto ¡qué bien bebió de Garcilaso! Y de Manuel Machado y de Alberti. Seguro que ocupas un lugar en la mesa de ellos.
Su pasión por la poesía, solo comparable con su pasión por Extremadura, no le quitó ser un brillante periodista. Profesión que supo maridar con su vena poética: “cuando llego a casa el trabajo del periódico y la tremenda tensión que acarrea casi se olvida y soy capaz de entrar en ese mundo de soledad que le permite a uno recrearse en la literatura”(Idem)
Y como periodista desarrolló toda su vida profesional en el prestigioso ABC, que en su cronológica: Adiós a Santiago Castelo, memoria y símbolo de ABC un compañero escribía:
Generoso, desprendido, bonachón, de voz tonante que se podía oír en todos los rincones de la Redacción y le hacía imposible pasar desapercibido, cálido y ceremonioso. Tenía aspecto decimonónico: lucía una sempiterna perilla y vestía siempre con traje y corbata. Tenía aspecto de bon vivant, y a su modo lo era. Y destacaba en él la lealtad: a las personas.
Le gustaba decir que, salvo engrasar las linotipias, había hecho de todo en ABC. «Incluso llegué a entrevistar a Miguel Muñoz en su día -recordaba- sin saber nada de fútbol
En 1988 fue nombrado subdirector del periódico, y en 2010, año de su jubilación, pasó a presidir el comité asesor editorial de ABC.”

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Nunca me sentí tan pequeño como cuando aquella vez, respondiendo al imperio, no se podía decir que no, de Manuel Sánchez Gálvez, me propuso para abrir el acto en el que tú dictarías el Pregón de Semana Santa. Fue en la Casa de Cultura un día de primavera de 1995, allí, aunque no tenías necesidad, confirmaste tu vocación villanovense, ya rancia, pues venía de tus primeros años de juventud, de la mano de tu padre, de tus amigos villanovenses de adolescencia, que fuiste cultivando y manteniendo a través de los años, de tus recitales juveniles a Pablo Renco, de tus “ encendidas pasiones por Felipe Trigo del que nadie, absolutamente se acordaba,” Este año será el primer certamen sin ti, premio que vimos nacer, de tus manos, – siempre tenías un hueco en tu periódico para él- los que llevan su nombre y que el tiempo ha convertido en el galardón literario más prestigioso de Extremadura, y que arrastran el nombre de Villanueva por todo el mundo hispano. Y para que nada quedara por aclarar, afirmabas que, transcribo, para no adulterarlas , lo que sería imperdonable, aquellas palabras tuyas con las que rematabas la introducción a tu panegírico. “Hasta la cama que me duerme cada noche, ese tálamo donde la vida / se llena de primavera / donde florece la espera / y donde el sueño se anida- está hecha aquí, en Villanueva, labrada su madera por las manos orfebre de Justo Pino de la Fuente.”
No hace falta decir más, tu cuerpo transpira vocación serona, paseaste sus calles, compartiste su vino, llenaste su aire con el candor de tus versos. Villanueva agradecida te adoptó como hijo. ¡Qué pena que tu atardecida llegara tan pronto! No pudimos compartir contigo el gozo de sentirte nuestro. ¡Te fuiste ¡ Pero no del todo, la memoria se hace también de girones dolorosos y entre nosotros queda tu voz, tu obra que fue la constante de tu vida, que es tu fuerza : “el poeta verdadero / es más fuerte que la Fuerza / porque el poder de nombrar / no puede estar entre rejas / Nadie puede atar al sol /ni al viento ni a las estrellas / La poesía es lo que escapa / de la Muerte que te dejan” ( M. Pacheco)

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